Perdoade, blogueir@s, pero é que non ando inspirada ultimamente para escribir no blogue. Hoxe teño dúas entradas para meter, pero unha deixareina. Elixín esta, polo cabreo que me causou. Alguén me enviou un mail hoxe para darme "unha nova perspectiva" que eu non teño acerca da prostitución. De boa fe, estou segura. Pero é que me senta mal esa manía xeral que ten todo dios de "ensinarme outra realidade". Xa sei que existe esa outra realidade. Non a descoñezo, porque para iso levo anos lendo artigos, mirando documentais, asistindo a conferencias, falando con prostitutas!! ANOS ANOS ANOS. Non días, nin semanas nin meses. ANOs. Como vou eu convencer nun minuto a ninguén do que a min me custou tanto tempo entender??? Dito isto, e para deixar constancia de que non me cerro en banda en absoluto, colgo aquí o artigo en cuestión. E sí, todo o meu respecto cara as prostitutas que exercen por "gusto". Non opino delas nin me meto no que fan. O que penso, gárdoo para min. En fin, non quero estenderme máis, que xa me fago repetitiva:
A Pernille le gustan los hombres, le gusta el sexo, le gusta el dinero. Así que hace tres años decidió combinar sus tres pasiones: se hizo prostituta, adoptó el nom de guerre Lilje (azucena), al que luego añadiría el distintivo Deluxe, y comenzó a vender su cuerpo por los burdeles de Copenhague.
"Empecé por pura diversión", apunta. "Era algo que me fascinaba". Pernille se ha convertido en la personificación del tópico de la prostituta feliz. Cuando no trabaja, nada delata su ocupación: maquillaje discreto, pelo recogido, y los tatuajes que cubren su cuerpo convenientemente ocultos por un elegante conjunto blanco. Madre de un niño de cuatro años, vive con un novio que la apoya "sin reservas".
"Me satisface enormemente alegrar a otras personas", explica. "Sexualmente es muy enriquecedor. Además, está bien pagado. Gano unas 25.000 coronas netas al mes (3.500 euros)". Sin embargo, su rentable carrera corre peligro. Escandinavia es hoy territorio proscrito para la prostitución. Contratar servicios sexuales es delito en Suecia y Noruega.
Tradicionalmente más liberal que sus vecinos, Dinamarca es el último reducto del sexo de pago ajeno al Código Penal. Sólo se persigue, como en el resto de Europa, a los proxenetas, conocidos popularmente como alfonsos.
Acabar con el tráfico de mujeres
Según informes oficiales suecos y noruegos, la prohibición ha cumplido su fin: acabar con el tráfico de mujeres. Aunque los expertos discrepantes digan que lo único que se ha logrado es marginar a las prostitutas más desprotegidas, el ejemplo ha animado a los adalides daneses de la ilegalización -grupos feministas y de izquierda- a redoblar sus esfuerzos.
Ante ellos se ha alzado Lilje (pronúnciese Lilie) como incansable portavoz de quienes dicen dedicarse al oficio por gusto. Lo hace a cara descubierta, ya que no oculta su rostro ni en los anuncios, ni en sus constantes apariciones en los medios. Lo único que exige es que no se publique su apellido real.
"Estoy harta de las feministas de siempre, que tanto nos quieren ayudar pero que lo único que hacen es empeorar las cosas", se queja. "Si les preocupamos tanto, deberían dedicar su tiempo y recursos a mejorar nuestra situación. ¿Es acaso justo que paguemos impuestos, pero que no podamos ni sindicarnos ni cobrar el paro? Deberíamos tener los mismos derechos que cualquier otro trabajador".
En Copenhague, la prostitución callejera estaba prácticamente erradicada. Sólo algunas heroinómanas desesperadas seguían buscando clientes a la intemperie. El resto recibía en clínicas de masaje, gestionadas en algunos casos por cooperativas de prostitutas.
Desde la ampliación de la UE al Este, sin embargo, la situación ha empeorado. Rumanas, búlgaras, checas e incluso nigerianas toman cada noche posiciones en torno a la ciudad de la carne, así llamada porque allí se concentraba la industria cárnica de la capital danesa.
Lilje admite que muchas de estas extranjeras son rehenes de las mafias. "Es inaceptable, pero la solución del problema no pasa por la prohibición de la parte sana del negocio. La opinión generalizada es que una prostituta es o drogadicta, o delincuente, o víctima. Quiero decirle a la gente que no siempre es así, y que somos muchas las que nos dedicamos a esto porque nos parece un trabajo agradable".
"Empecé por pura diversión", apunta. "Era algo que me fascinaba". Pernille se ha convertido en la personificación del tópico de la prostituta feliz. Cuando no trabaja, nada delata su ocupación: maquillaje discreto, pelo recogido, y los tatuajes que cubren su cuerpo convenientemente ocultos por un elegante conjunto blanco. Madre de un niño de cuatro años, vive con un novio que la apoya "sin reservas".
"Me satisface enormemente alegrar a otras personas", explica. "Sexualmente es muy enriquecedor. Además, está bien pagado. Gano unas 25.000 coronas netas al mes (3.500 euros)". Sin embargo, su rentable carrera corre peligro. Escandinavia es hoy territorio proscrito para la prostitución. Contratar servicios sexuales es delito en Suecia y Noruega.
Tradicionalmente más liberal que sus vecinos, Dinamarca es el último reducto del sexo de pago ajeno al Código Penal. Sólo se persigue, como en el resto de Europa, a los proxenetas, conocidos popularmente como alfonsos.
Acabar con el tráfico de mujeres
Según informes oficiales suecos y noruegos, la prohibición ha cumplido su fin: acabar con el tráfico de mujeres. Aunque los expertos discrepantes digan que lo único que se ha logrado es marginar a las prostitutas más desprotegidas, el ejemplo ha animado a los adalides daneses de la ilegalización -grupos feministas y de izquierda- a redoblar sus esfuerzos.
Ante ellos se ha alzado Lilje (pronúnciese Lilie) como incansable portavoz de quienes dicen dedicarse al oficio por gusto. Lo hace a cara descubierta, ya que no oculta su rostro ni en los anuncios, ni en sus constantes apariciones en los medios. Lo único que exige es que no se publique su apellido real.
"Estoy harta de las feministas de siempre, que tanto nos quieren ayudar pero que lo único que hacen es empeorar las cosas", se queja. "Si les preocupamos tanto, deberían dedicar su tiempo y recursos a mejorar nuestra situación. ¿Es acaso justo que paguemos impuestos, pero que no podamos ni sindicarnos ni cobrar el paro? Deberíamos tener los mismos derechos que cualquier otro trabajador".
En Copenhague, la prostitución callejera estaba prácticamente erradicada. Sólo algunas heroinómanas desesperadas seguían buscando clientes a la intemperie. El resto recibía en clínicas de masaje, gestionadas en algunos casos por cooperativas de prostitutas.
Desde la ampliación de la UE al Este, sin embargo, la situación ha empeorado. Rumanas, búlgaras, checas e incluso nigerianas toman cada noche posiciones en torno a la ciudad de la carne, así llamada porque allí se concentraba la industria cárnica de la capital danesa.
Lilje admite que muchas de estas extranjeras son rehenes de las mafias. "Es inaceptable, pero la solución del problema no pasa por la prohibición de la parte sana del negocio. La opinión generalizada es que una prostituta es o drogadicta, o delincuente, o víctima. Quiero decirle a la gente que no siempre es así, y que somos muchas las que nos dedicamos a esto porque nos parece un trabajo agradable".
4 comentarios:
gustaríame que alguén me explicaran en qué escola ensinan a profesión de puta, que me dixeran qué mestre aconsella ás súas alumnas: faite puta, verás que ben se vive... profesión, din???!!!
Se non quixeras debater o tema non terías colgado esa entrada no blog, así que vou debater contigo.
Primeiro de todo, considero que si expós a túa opinión desde o momento no que deixas claro que non concordas co mail recibido.
Por outra banda, eu considero que unha persoa que disfruta sendo utilizada sexualmente, pode ter un problema de fondo, independentemente do que gane, problemas de tipo afectivo, relacional, etc. Pero tamén pode ser que esa persoa simplemente teña unha concepcion diferente da vida socialmente aceptada.
Entendo que a ti hai cousas que no te gustan, como a todas.
A min por exemplo, non me gusta que haxa persoas que teñen que traballar baixo a chuvia, baixo terra, no alto das grúas, en neveiras ou fornos.
Non me gusta que haxa persoas explotadas nos horarios, nas labores exisidas, na baixa retribución económica, etc. dos seus traballos.
Para min o obxectivo final si pasa por acadar dignidade laboral para todas as persoas, mais mentres agardamos que ese momento chegue, para min a loita esta no recoñecemento das labores, do recoñecemento como cidadá de pleno dereito ante a lei, ante a seguridade social, ante facenda e todos os organismos que nos aportan a seguridade necesaria para sobrevivir e permitir que as seguintes xeracións sobrevivan.
O problema é a hipocresía que rodea a este tema. Putas si, que haxa, pero que o sexan outras, que non me toque a min unha na familia. E claro, que paguen seguridade social, como todo dios, porque así normalizamos a "profesión´". Non creo que se poida normalizar algo que de base non é normal. Non é normal que unha muller estea disposta a venderse varias veces nunha noite. Facelo con cinco ou seis tíos. TEr que finxir con todos, poñerlle boa cara a todos, espirse diante de todos. E logo agardar a que suba ao cuarto o dono do local, que non vai quedar sen o que lle corresponde. Que son cartos fáciles? Non atopo eu a facilidade disto. Debo ser algo lerda, porque non vexo a parte fácil en ningún sitio. Outra cousa é que para soportalo acodan a alcohol, drogas e outras substancias. Así moitas acaban como acaban. Para min estamos diante dunha forma de violencia contra a muller, póñase a xente como se poña. E que lles gusta facelo? Oxalá éxistise a opción de preguntarlles de ti a ti, fóra do lugar no que exercen, se de verdade lles gusta. Oxalá. O tema é que, aínda sabendo que non lles gusta, demanda seguiría existindo porque a sociedade na que vivimos está así montada. E iso é patético.
Por certo, este xoves ás oito e media, presentan dúas profes da universidade de Vigo na feira do libro a obra: prostitución, clientes e outros homes. Espero que haxa debate o rematar. Eu alí estarei para escoitar.
Non creo que ninguén poda asegurar rotundamente o que é normal e o que non.
Efectivamente existe unha demanda e por iso hai oferta. Pero a oferta se complica cando a ilegalidade pasa polo medio.
Estou segura de que a legalidade da práctica da prostitución pode xerar o proteccionismo necesario para unha realidade que non pode ser obviada.
Non o vexo tanto por pagar impostos como por acadar seguridade laboral. Porque sí, é un traballo.
Por outra banda poderíamos falar da repercusión que trae ás sociedades calquera tipo de imposición abolicinista. Lamentablemente, a falta de regras impide ao ser humano desta era relacionarse sen crear vínculos de control dos fortes contra os débiles e empeora as vidas dos implicados.
O problema da prostitución é o trafico de persoas, mulleres que non poden alzar a voz.
Poderían facelo se a súa práctica no supusera un achegamento á exclusión social seguro.
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